23 de junio de 2012

¿Tiempo?

Como si estuviéramos dispuestos a esperar toda la eternidad a que pase algo.
Como si nuestra paciencia no tuviese fin.
Como si acecháramos a nuestra presa desde la distancia.
Como si esperásemos a que llegue la medianoche un 31 de diciembre.
Como si contáramos los días hasta el verano.
Como si no supiéramos del significado de la palabra "tiempo" los dos esperabamos a que alguno rompiera ese silencio que rompía nuestros tímpanos.

19 de junio de 2012

Escalofríos.

De sopetón llega a ti, te deja sin aliento, confuso y sin nada con lo que defenderte. Un escalofrío que traspasa cada poro de tu piel haciéndote sentir extraño. Se te hace difícil respirar, va dejando sin oxígeno a cada bronquio de tus pulmones. La luz se desvanece hasta que cae por completo, a tientas buscas algo con lo que poder escapar de aquello. Pero el escalofrío vuelve a ti, te hace quedarte quieto, sin comprender aún lo que está ocurriendo. Se para el tiempo. Estremeciéndote vas cayendo, siendo consciente de que la oscuridad va fundiéndose con cada silueta que encuentra. Sabiendo también que ha ganado, que has vuelto a caer.



10 de junio de 2012

Eso que tanto odiaba.

De verdad que no quería que pasara. Pero poco a poco fue apoderándose de mi mientras yo no podía hacer nada para evitarlo. Cuanto más cercas estabas, más me invadía, más desgarraba cada sentimiento que ahí había. Y ahora se responder a todas esas preguntas que rondaban por mi cabeza, ahora puedo recoger los cachitos de aquello que un día había tenido forma definida y apartarlos de mi cabeza, ahora no soporto hablar de todo esto.

Ahora entiendo que eso que me invadía y que tanto odiaba era el olvido.


9 de junio de 2012

A más de medio kilómetro.

Me lo habías dicho mil veces pero yo no hacía caso a tus advertencias.
Me dejaste con las lágrimas a punto de desbordarse, con el corazón inmóvil esperando que dieras la vuelta e hicieras que reviviera. Pero seguías adelante, sin mirar atrás. Mis pensamientos me decían que te habías ido, pero aquello que aún seguía inmóvil se negaba a afrontar la realidad.
Se negaba a afrontar que no volverías a hacerme sentir de verdad, que ya estabas a más de medio kilómetro de mi, que más temprano que tarde acabarías olvidando que lo tuvimos todo.

1 de junio de 2012

Más de 90 minutos.

No esperaba que pudieras curarlo, ya estaba inmóvil y desgarrado por culpa de tus palabras. Estaba a punto de romperse, de no volver a esta jamás de una sola pieza. Pero tú seguías demostrando que podías conmigo, que no te costaba nada hacerme sufrir. Ninguno sabía cuando pararías, cuando lo dejarías suelto y podría caer, quebrado, roto en millones de sentimientos sin rumbo fijo, ni siquiera tú. Poco a poco acababas conmigo, podías hacerlo de golpe, sin que durara más de 90 minutos pero era mejor así, tener el control del tiempo y utilizarlo como quisieras.
Entre el tedio y el dolor perdimos esos minutos, perdiste tú que te creías el ganador de la partida, sobrepasaste el límite, quebraste el cristal, inundaste el coliseo. Ahora estamos en ruinas y nunca sabremos qué pasó cuando se fue ese hilo de luz, cuando sonó esa alarma que rompió nuestros tímpanos.