14 de diciembre de 2012

Porque hay cosas que son inevitables.

Volverá a sonar por tu boca "no puedo más, hasta aquí hemos llegado". Llorarás como tantas otras veces, aunque sepas que eso no va a cambiar nada. Te dejarás caer en la cama, mirando al techo, esperando a que pase algo. Te irás a dormir sin ganas de despertar. Te despertarás sin ganas de dormir.

Te quedarás despierto pensando por qué estás donde estás. Dando vueltas y vueltas a la idea más estúpida que tengas en la cabeza. Te dolerán las cosas malas que te han soltado y no las sacarás de tu cabeza. Y, las cosas buenas, que podrían eclipsar si supieras cómo a las malas, las echarás de tus pensamientos.

No siempre, pero siempre a veces.

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